viernes, 24 de febrero de 2012

Los Gavilanes…


Perdido en la barriga de ese caimán que es la isla de Cuba, había un pedacito de tierra…

Ahí, justo donde la barriga del caimán estaría arrastrándose por la tierra, al este de la bahía de Cienfuegos y a mediados de la vía a Trinidad, había una pequeña colina; en el tope de la misma se asentaba una vieja casa de madera, de esas casonas de campo que son rodeadas por un amplio balcón… esos antiguos balcones que permitían sillones de mimbre desde donde, una vez sentados, se podía ver todo un hermoso paisaje de campo…

Desde esa casa se veía parte de la Sierra del Escambray, famoso segundo frente de la infamia de Cuba. Donde quizás el único comandante decente de la fraudulenta gesta, Camilo Cienfuegos (nada que ver con la ciudad que me vio nacer), hizo que su presencia se reconociera. Hacia el otro frente de esta casa, una mansión a mis ojos de niño, se veía hasta donde la vista alcanzaba… verdes campos, a lo lejos unidos a un cielo azul hermoso, de esos cielos que solamente en el Caribe se pueden ver… Sí… soy parcial, no perfecto…

Ah!! Pero la pieza de resistencia o, como dirían aquellos que se regodean con los Franceses, “The Piece de Resistance” (creo que así… o algo parecido…) era la vista hacia la parte de atrás de la casa. Dejando rodar los ojos colina abajo, estaban los verdes campos de pasto, donde los inquilinos del predio se tomaban su merecido descanso y almuerzo a la vez… caballos y vacas, terneros y toros… Después, siguiendo con esta vista, se llegaba a un azul un poco distinto a ese azul cielo… Otro tipo de azul, más profundo e increíblemente atrayente… El azul del Mar Caribe.

Este era mi refugio veranero; un refugio que me alejaba de todo y de todos. “Los Gavilanes” era la finca que le pertenecía a la familia de mi padrastro y en donde pasaba al menos un mes de cada verano. No, no era un refugio de niño rico… era una finca activa y en la que había que ganarse la estadía. Allí aprendí a levantarme a las 4am y a ordeñar vacas con ojos que chillaban de las ganas de meterse en la cama de nuevo; a hacer quesos, a domar caballos y a un pequeño tractor… a manejar la “redada” de los terneros y de las vacas en las tardes…

Pero ahí también, en las tardes lluviosas, me acostaba en una hamaca bajo un techo de zinc, en una caseta en la que se guardaban las monturas de los caballos. Bajo ese techo, las gotas de lluvia golpeaban con un ritmo que parecía tener un sabor a conga y a cha cha cha… que me adormecía deliciosamente.

En otras ocasiones, después de terminar los trabajos del día (empezando a las 4am, a veces terminábamos antes de las 2pm) los jóvenes que ahí cohabitábamos (los hijos de Paco el encargado y mi persona) montábamos caballos y nos dirigíamos a esa orilla del mar, unos dos kilómetros de distancia medida en los trillos que cruzaban los campos y bosques de la finca.

Con caras cubiertas del jugo de las frutas silvestres que lográbamos recoger en el camino… guayabas, naranjas, bananos… llegábamos a la orilla de lo que era una pequeña playa escondida de unos 30 metros, en forma de herradura, con una arena blanca que rivalizaba a la conocida playa de Varadero. Allí nos bañábamos a gusto, para después secarnos en la brisa que flotaba desde ese mismo mar, mientras terminábamos la cosecha de frutas bajo la sombra de los árboles que allí había.

El regreso era por la tarde, ya luego de haber gozado de un par de hermosas horas en ese idílico ambiente… Y en las noches, después de una de estas salidas, el sueño me llegaba rápidamente… Un sueño profundo y descansante, como pocos desde entonces.

Muchas personas me preguntan como, después de más de cincuenta años de tiempo que ha pasado, aún recuerdo estos momentos en una forma tan vívida… Como podría no recordarlos?  Fueron, junto a muchos otros momentos de mi niñez, esas fotografías y viejos “filmes” que forman a la persona, que establecen raíces profundas e inamovibles; soy “yo” en los momentos formantes…

Comparto con ustedes estos momentos tan preciados; no quiero que se pierdan en el tiempo y espacio. Pero también los comparto porque, al hacerlo, quizás los anime a que ustedes también revivan esos momentos hermosos de una juventud que ya es solamente un recuerdo. Un hermoso recuerdo.


¡¡Cuídate mucho, que eres importante!!    ¡¡Regresa a saludar!!

Hasta Pronto…

NOTAS:
  • “r-joaquin.blogspot.com”  BLOG en Inglés.
  • Domingos 6:30pm, hora Este EEUU; Other Box por radio… por ahora en Inglés; también en Español en un futuro.
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