miércoles, 11 de julio de 2018

Una Mente Deambulante


Como en muchos de los momentos captados en los escritos de estos últimos años, esta historia comienza en una de las clases de ESL que tengo el honor y placer de dictar. Esta clase en particular requería el estudio de todos esos tiempos “perfectos”, “quasi-perfectos”, “medio-perfectos” y demás otras perfecciones gramaticales. Ya sabes, todos las que requieren el uso de auxiliares como “haber”, “deber” y tantos más… por supuesto, hablo de sus equivalentes en inglés… ¡¡¡No faltaba más!!!      

Lo interesante con esta lección fue que, al entrar en materia, identificamos algunas preguntas que nos darían qué pensar…

Una en particular proponía la autopercepción en función de las debilidades y fortalezas propias. Otra, con aquellos sueños aún no realizados y una tercera simplemente preguntaba: ¿Has atravesado algún momento difícil en tu vida que te ha ayudado a crecer positivamente?... Como puedes imaginarte, quienes vienen a estas clases nocturnas son usualmente adultos con muchas millas caminadas y con varias historias que contar (sí, también incluyendo al maestro). Ellos no esperan encontrarse en un momento confesional, pero… siendo un grupo pequeño y bien compenetrado (y no habiéndole dado muchas opciones al respecto) respondieron con el corazón en la mano. (¡¡Bueno… si no el corazón, al menos con el libro y lápiz en la mano!!)

Para algunos, fueron historias de una niñez perdida en los rigores del tiempo, espacio y las lomas del rancho; para otros, recuerdos cálidos y queridos de familia… Oí historias de retos ordinarios y extraordinarios… algunos encarados con éxito y otros con el fracaso y la desilusión que este trae de la mano… De nuevos amigos y de amigos perdidos en el largo camino… Sueños de comenzar o ampliar un negocio… De viajes a lugares exóticos … y a otros no tan exóticos… De hecho, las dos noches que discutimos todo esto resultaron muy interesantes.

Quizás, las respuestas más profundas vinieron en reacción a la pregunta acerca de ese momento difícil que originó un crecimiento positivo. No, no esperen que divulgue algunos de los detalles íntimos y jugosos que algunos estudiantes compartieron en confianza con el resto del grupo… después de todo, estábamos a puertas cerradas. Sin embargo, siendo la persona que soy y a quien le gusta compartir (al menos a veces) les regalaré lo que me vino a la mente cuando los estudiantes me preguntaron acerca de mi momento…era justo que me preguntaran, ¿no?

Las palabras salieron de mi boca sin mucho pensarlas… “haber tenido un encuentro con cáncer fue una bendición”, dije. En ese momento, varios estudiantes me miraron con una de esas miradas medio perdidas entre “ajá” y ¿qué fue lo que dijo?... algunos esperando quizás un comentario de esos medio cómicos que salen de donde no se esperan… Pero no. Mantuve la mirada y repetí… “sí, lo fue”. “Obviamente”, continué, “haber sobrevivido fue la mayor bendición, pero el proceso en sí fue una bendición inesperada”.

Es cierto. Todo lo anterior. Aunque no pasé por los dolores y sufrimiento que muchos que han pasado por el cáncer han experimentado, me abrió los ojos. Las personas que conocí; aquellos que mostraron valor ante una muerte posible y aquellos cuya reacción fue caer en una depresión absoluta. Puedo hasta entender esto último, pero es algo que rehuso sentir y mucho menos aceptar.

En este proceso, aprendí que la mente es un instrumento maravilloso; puede ser nuestro mejor aliado pero también nuestro enemigo más despiadado. Encontré un nuevo amor por la vida; un nuevo punto de vista, un hermoso cristal multicolor a través del que podía ver a lo que me rodeaba en su mayor esplendor. Entendí que cada instante que vivimos tiene que ser disfrutado. Que, sin importar el camino en el que nos podamos encontrar en un dado momento, es el camino en el que nos ha puesto nuestra vida y tenemos que transitarlo. Al menos, disfrutémoslo.

Esto último lo entendí con la muerte a destiempo de mi hijo; nunca sabemos cuando nos tocará dejar esta vida o en qué circunstancias. Sería un pesar y una vergüenza dejar atrás tantas posibilidades sin aprovechar y tantas preguntas sin contestar… solo porque estemos atravesando un momento difícil o porque, en nuestra auto-lástima, creemos merecer algo mejor. Quizás lo merecemos… pero, acepta también que quizás no.

Sí, fue un período de bendiciones. Mis ojos vieron de nuevo maravillas que hacía mucho habían dejado de ver. Todos los momentos espectaculares que había vivido y los muchos por vivir aún. Todas las enseñanzas aprovechadas y las personas que me ayudaron a entenderlas. También vi de nuevo a quienes ya han partido de esta vida, pero cuyas hermosas y cálidas memorias quedarán en mi corazón mientras viva.

De hecho, cada momento vivido, es una oportunidad de ver y aprender algo nuevo… ¡No te lo pierdas!

¡¡Cuídate mucho, que eres importante!!    ¡¡Regresa a saludar!!

Hasta Pronto…

NOTAS:

No hay comentarios:

Publicar un comentario